Políticas Ambientales y climáticas ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuáles son las demandas?

En un contexto de crisis climática y degradación ambiental, los movimientos sociales impulsan demandas urgentes para transformar las políticas climáticas y ambientales hacia un modelo sostenible y justo. Estas demandas abarcan la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, la promoción de energías renovables, la eficiencia energética, el acceso equitativo al agua y la eliminación de actividades económicas perjudiciales. La transición hacia una economía baja en carbono y la protección de territorios críticos, especialmente en América Latina, requieren una transformación profunda del sistema económico actual, poniendo el bienestar de las personas y del planeta en el centro de las políticas públicas.

CAMBIO CLIMÁTICO ENERGIAS FOSILES

10/25/20245 min read

Lesly Solis

En el contexto actual de crisis climática y degradación ambiental, las políticas ambientales y climáticas son objeto de crecientes demandas por parte de la sociedad civil, especialmente desde los movimientos sociales que luchan por una transición hacia un modelo más sostenible. Estas demandas no solo buscan frenar el cambio climático, sino también garantizar un entorno más justo, inclusivo y equitativo para las generaciones presentes y futuras. Este ensayo explora hacia dónde nos dirigimos en términos de políticas ambientales, las demandas emergentes desde el movimiento ecologista y cómo los movimientos sociales han influido en la formulación de políticas a nivel local, nacional e internacional.

Los movimientos sociales han jugado un papel crucial en la transformación de las políticas ambientales. A través de protestas, movilizaciones y campañas, han logrado incidir en la agenda política, exigiendo acciones concretas para mitigar el impacto del cambio climático. Un caso emblemático es el del movimiento Fridays for Future, liderado por la activista sueca Greta Thunberg, que ha movilizado a millones de jóvenes alrededor del mundo. Este movimiento ha presionado a gobiernos y organismos internacionales a adoptar medidas más ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

En América Latina, los movimientos indígenas han sido fundamentales en la protección de los recursos naturales y la biodiversidad. Organizaciones como la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) han resistido contra proyectos extractivos, logrando en algunos casos la revocación de concesiones mineras y petroleras en territorios indígenas. Estos movimientos no solo defienden sus territorios, sino que también promueven alternativas basadas en la cosmovisión indígena, donde la tierra no es vista como un recurso a explotar, sino como un bien común que debe ser cuidado.

COP 22, Marrakech, Marruecos.

Demandas desde el Movimiento Ecologista

Las demandas del movimiento ecologista abarcan diversas áreas críticas para la mitigación del cambio climático y la protección de los ecosistemas. Estas demandas se pueden resumir en cuatro puntos clave:

Reducción de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI): Uno de los principales objetivos del movimiento ecologista es la reducción de emisiones, especialmente en las naciones y sectores más contaminantes. Un estudio reciente revela que el 1% más rico del planeta emite más del doble de CO2 que el 50% más pobre, lo que subraya la necesidad de políticas redistributivas que limiten el consumo energético desmesurado de los más ricos.

Promoción de Energías Renovables: La transición hacia una economía baja en carbono requiere un cambio drástico hacia el uso de energías renovables. Se demanda una mayor inversión en energías limpias como la solar, eólica y geotérmica, así como la eliminación progresiva del uso de combustibles fósiles y energía nuclear. Los movimientos sociales proponen que esta transición debe ser democrática y justa, asegurando que las comunidades más vulnerables, incluidas las indígenas, no sean excluidas.

Eficiencia Energética y Reformas en la CFE: En países como México, la demanda de eficiencia energética incluye la reestructuración de instituciones clave como la Comisión Federal de Electricidad (CFE), promoviendo un uso más eficiente de la energía y descentralizando la generación energética. Se busca que las políticas energéticas se enfoquen en satisfacer las necesidades básicas de la población sin comprometer los recursos naturales.

Acceso Equitativo al Agua y Justicia Ambiental: Una de las demandas más urgentes es garantizar el acceso equitativo al agua potable, especialmente para comunidades marginadas e indígenas. Se exige que los gobiernos prohíban concesiones de agua en zonas con baja disponibilidad hídrica y prioricen el agua para consumo humano y doméstico sobre actividades económicas como la agricultura intensiva y la minería.

Eliminar Actividades Económicas Perjudiciales

Para detener el colapso climático y la pérdida de biodiversidad, los movimientos sociales proponen una reducción drástica del consumo de energía y la eliminación de actividades económicas innecesarias o perjudiciales. Esto implica limitar sectores que generan un alto impacto ambiental, como la producción masiva de carne, la industria de la moda rápida y el transporte aéreo de lujo. De hecho, sectores como la producción de armas, la energía fósil y la industria extractiva deben ser desmantelados o transformados radicalmente.

Además, es necesario abandonar la obsolescencia programada de los productos, promoviendo la reparación y reutilización. Este enfoque contribuye no solo a la reducción de residuos, sino también a una economía más justa y sostenible, donde los recursos son gestionados de manera equitativa y responsable.

Salir de los Combustibles Fósiles y la Energía Nuclear

Uno de los puntos más controversiales en las políticas climáticas es el abandono de los combustibles fósiles y la energía nuclear. Las multinacionales energéticas y los bancos que las financian han perpetuado una narrativa que minimiza los impactos del cambio climático, mientras que continúan extrayendo petróleo, gas y carbón. Los movimientos sociales exigen la socialización de la energía, bajo el control democrático de las comunidades locales, sin compensaciones para las grandes corporaciones.

En América Latina, el extractivismo sigue siendo una fuente de conflicto. A pesar de la retórica ambiental de algunos gobiernos progresistas, las políticas extractivas continúan devastando ecosistemas críticos como la Amazonía. La resistencia indígena ha sido fundamental para detener algunos de estos proyectos, pero se requiere una mayor presión internacional para proteger estos territorios de la explotación corporativa.

El futuro de las políticas ambientales y climáticas depende, en gran medida, de la capacidad de los movimientos sociales para mantener la presión sobre los gobiernos y las corporaciones. Las demandas del movimiento ecologista son claras: una transición justa hacia una economía baja en carbono, basada en energías renovables, eficiencia energética y justicia ambiental. Para lograr estos objetivos, es fundamental eliminar las actividades económicas más perjudiciales y garantizar que las comunidades más vulnerables, especialmente las indígenas, sean incluidas en la toma de decisiones.

La lucha por un futuro sostenible requiere una transformación radical del sistema económico y social, donde el bienestar de las personas y del planeta estén en el centro de las políticas públicas. Las soluciones existen, pero es necesario un cambio profundo en la estructura del poder político y económico para que estas soluciones se materialicen. Sin una acción decidida, las políticas climáticas seguirán siendo insuficientes para enfrentar los desafíos del siglo XXI.